L A M U J E R E L V O T O Y S U C O N C I E N C I A
Es un planteamiento que cuanto antes debe de quedar obsoleto: “hombre, mujer; mujer, hombre” con todas las realidades históricas y sociales que ha venido arrastrando: diferencias, desmerecimientos, esclavitud, subordinación, desprecio, irrelevancia… una cruz pesada que aun, la costumbre, no logra quitarse de encima especialmente en algunas culturas arraigadas en pleno siglo XXI.
¿Llegaremos a ser “persona”, todos persona, al margen de color o continente, género o transgénero, decisión, vocación, vagina o pene, altura, anchura, voz, decisión…?
Llegará. Yo confió en que llegara para alguna de nuestras más cercanas generaciones, de no ser así lo tendrán bien “gacho”… valdría más que eructara un volcán en cualquier parte del cosmos y… “a la fregada todo”… a volver a empezar de nuevo.
Sin embargo, hoy por hoy, y hasta que llegue ese ilusionado mundo real que nos haga convivir a todos felices sin ningún tipo de vomito por mirarnos u olernos, los géneros tienen sus bemoles bien puestos y cada cual trata de llevar el cauce del agua a su molino. De ahí el poder. El poder de géneros (ridículo, vuelvo a lo mismo; pero el alacrán no era malo lo hicieron malo) y nos guste o no, esta rivalidad (hoy ya es posible) es un camino a la igualdad.
Las elecciones políticas de un país, en la actualidad, son un perfecto referente de los niveles de inteligencia de los grupos sociales: rural y capitalino, juventud y adultos, mujeres y hombres, originarios y migrantes. Un buen estudio de la “estadística de votación” no da las tendencias de cada grupo y, podríamos con bastante asertividad deducir los “porqués” de la inclinación de voto de cada uno de ellos.
La mujer, cuyo ser humano tiene un perfil muy bien sentado, con obligaciones, responsabilidades, conocimientos reales, alegrías y sufrimientos, receptora de opiniones y sentimientos, es sin lugar a duda una “protagonista importante” en la elección de los personajes dirigentes de un país.
No es que “el género femenino” se una en un frente común para propiciar un perfil de gobernante e inclinar su voto (en volumen) por un candidato especifico (¿y porque no si ameritara el caso?) pero si, tiene una conciencia mucho más perceptible del sufrimiento y la realidad, como para no vender su voluntad, opinar con gran conocimiento de las cuestiones a resolver, y hacer un frente más fuerte, más audible de sus exigencias, que en definitiva, y por encima de las propuestas sobre infraestructura, mercados, fronteras, armas, y un sinfín de etc… ella sí que saben sugerir como hacer grande un país si se hace grande a sus ciudadanos.
El voto de la mujer es más serio y más transcendente que “un voto”. El voto de la mujer (si esta se lo toma en serio) marcaría el rumbo de un antes y un después en el país de nuestros hijos… no café duda que es un tema más que de decisión, de conciencia.