A LO QUE TE TRUJE CHENCHA
Desconozco sus nombres. Pero la anécdota es verídica. Una madre y su hija denuncian al “estado francés” por contaminación ambiental. Ellas viven en Saint-Ouen, un municipio de Paris junto al periférico que rodea la capital francesa. Alegan ante el tribunal de Montreuil, que su salud se ha deteriorado a causa de la contaminación, para la que el gobierno no pones medidas suficientes, hasta el punto de que la madre tiene que pedir la “incapacidad” en su trabajo, y su hija de 16 años, ha comenzado a tener crisis de asma. Y, además, su valentía sigue adelante porque no queda solo en la denuncia, sino que pasan a solicitar una indemnización por daños de perjuicios de 179.000,00 dólares.
Yo de aquí saco dos lecciones, amigas-os lectores. Una, “las agallas femeninas”. Mujeres capaces de plantarse, hablar, luchar, defender, atreverse. El silencio mata. La voz convence. Y afirmo, que, cada vez más, la mujer exposicióna su carácter de manera proactiva y valiente derrumbando montones de muros de cobardías, complejos, miedo a las consecuencias. El atrevimiento, conlleva eso, tumbar muros. Y las mujeres se están convirtiendo en un claro ejemplo de… “vamos a por todo lo que nos tragamos con el silencio y la cobardía”.
La segunda lección, es, triste y lamentable. Pero real y evidente. La mayoría de gobiernos “actúan para el bien común” cuando son “escandalosamente provocados” por la denuncia pública, el ruido, la manifestación, el atrevimiento ciudadano. Y, si solo así, con esta herramienta, las autoridades son capaces de visualizar, entender y actuar por el bien de la comunidad a la que sirven, habrá entonces que actuar ciudadanamente como políticamente necesitan los gobernantes. Solo con presión popular mejora y se transforma el medio en el que vivimos. Que además nos pertenece. Que los políticos solo administran.
Es el silencio ciudadano el que retrasa el progreso de nuestros pueblos y ciudades. Y es el ruido ciudadano lo que más molesta, incomoda y temen nuestros gobernantes: que se exponga, que se haga público, local o nacional, sus incapacidades, es lo que menos soportan y más les duele y, es, además, la manera mas limpia y sagaz de lograr lo que la comunidad necesita.
Así es el “genio” de la mujer: Coraje suficiente, atrevimiento descarado, perseverancia disciplinada y… lucha, lucha hasta conseguir lo que por derecho es un bien personal o comunitario. ¡Ni modo! si queremos dejar de lamentarnos como ciudadanos agachados, tomemos ejemplo de estas dos francesas (ya en su tiempo, también la Doncella de Orleans, Juana de Arco, 1412-1431, con solo 19 años puso en orden a franceses e ingleses) y… vallamos, hombres y mujeres “a lo que te truje chencha”… ¡vale más luchar que lamentar.